REFLEXIONES TRAS LA REALIDAD AGOSTO 2007

Cuando llegué a Rixensart hace tres semanas, podía intuir que iba a ser una experiencia increíble, algo muy positivo a nivel personal, y en cualquier caso una vivencia más. Pero, finalmente, he comprobado que me equivocaba.

No ha sido una experiencia increíble, ha sido la experiencia más creible, más real, más palpable y más aunténtica de toda mi vida. Comprobar cara a cara el resultado del egoísmo humano, aspirar el hedor del poder y la avaricia de algunos gobiernos impregnando la historia de tantos inocentes... y, sin embargo, observar sobre todo ganas de vivir, asistir a la ternura en estado puro, ya que la fuerza de unos críos aparentemente débiles e indefensos radica en una "simple" sonrisa... no se puede calificar con palabras, es demasiado verdad.

Convivir con esos chiquillos que lo han perdido todo menos la esperanza de poder llegar a tener algun dia tan solo una oportunidad de vivir en paz, ha supuesto con mucho la prueba decisiva que necesitaba para dejar de plantearme mi destino, y empezar a defender sin miedo que esto es lo que deseo hacer el resto de mis días: Ser un apoyo para esos chiquillos, una forma de reafirmar su ilusión. Por tanto, no ha sido este tampoco un período positivo a nivel personal... sino LA RESPUESTA a por qué los astros decidieron que yo naciera.

Así pues, no se ha tratado tampoco de una viviencia más, sino del primero de muchos y largos viajes en los que viviré intentando arrancar esa sonrisa infantil que es el elixir de la felicidad del mundo.

Nunca entenderé los motivos que llevaron a Mohamed (2 años), Sopho (3), Moise (3), Milton (4), Esmeralda (5), Victor (6)... y a todos los demás chiquillos del Centro de Refugiados de Rixensart (Bélgica) a abandonar sus países sin respaldo alguno, a sumirse durante años en la incertidumbre de ser habitantes de ninguna parte, a echar de menos, a tener miedo, a estar solos... ¿Quién puede comprender la crueldad extrema, o justificar la carencia absoluta de bienes básicos, de derechos humanos, de seguridad, de afecto? ¿Cómo puede alguien con alma negarse a entregar todo su cariño a esas caritas dulces con ojillos brillantes? No puedo aceptarlo, no puedo. Esta idea me quiebra el corazón como si se tratara de fino cristal de bohemia. Por eso quiero gastar mis horas abrazando a estos pequeños, ofreciéndoles el calor que algún indefinible con números en lugar de conciencia les negó.

Y, sí... ya se que no puedo cambiar el mundo yo sola... por eso, amigos... os pido, os ruego, os imploro vuestra AYUDA...



POR PRIMERA VEZ
(a Milton, ese niño sin patria, sin casa… sin infancia. Campo de refugiados de Rixensart – verano 2007)


Por primera vez me hallo descubriéndomeen
un punto de encuentro para la esperanza,
donde tus grandes ojos grises han sido
la contrarrespuesta a toda mi frivolidad.

Y me descubro entendiéndome,
que no siempre todo es fácil, y a veces
hay que llorar al borde del camino,
pues cada cual cree en su concepto de “felicidad”.

Y es en ti que me he conocido.
Es en ti que he sido libre, y he encontrado
envuelta en tu sonrisa toda mi ternura.

Y tú has ratificado entre mis brazos
mi “no” rotundo a las fronteras.
Tú has mezclado con tu carcajada
todos los colores de todas las banderas.

Has desdibujado una a una mis dudas.
Has difuminado lo que yo creía necesitar,
reescribiendo en mis entrañas un nuevo orden de las cosas.

Y tu aparente fragilidad se ha convertido en mi fuerza.
Por primera vez una voz sin palabras
me ha contado al oído mi vida entera
en una predicción ineludible,
del futuro que intuía pero no me atrevía a reclamar.

Y aunque ahora silbe, orgulloso, este tren
no me debes mirar así, pequeño.
Ésta ha sido sólo la primera vez.
No me mires así, pequeño, que volveré.
Tú tendrás otros ojos y otro nombre,
pero volveré.